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sábado, 18 de febrero de 2017

Con el alma al aire - Acervo personal

¡Cuántas cosas se acumulan a lo largo del tiempo, sin darte cuenta!; vas haciéndote de ellas en pequeños o grandes momentos.
Unas las compras, son recuerdos o bien algo que te gustó mucho al verlo; otras las encuentras por el capricho del azar, en las calles, en casa de alguien, en algún lugar que visitas; otras las "tomas prestadas", las menos, como por un inevitable poder de atracción que las llama hacia ti, o a ti hacia ellas, y te obliga o las obliga a hacerlas tuyas, a que tú seas suya para siempre.
Otras cosas te las regalan, puede que con acierto y te embaucan, te encantan, y sin embargo otras te producen rechazo y las descartas y te deshaces de ellas, incluso las regalas.
Es un alivio hacer limpieza de tarde en tarde porque, de lo contrario, nuestros armarios y habitaciones, nuestros sentimientos serían como un enorme baúl de los recuerdos, "¡uh uh uuuhhh!", como decía Karina en su canción. Y es que incluso es necesario limpiar los recuerdos, aunque de éso se encarga con sabiduría la propia naturaleza humana, haciendo olvidar lo que no fue importante y dejando en un poso de la memoria todo lo que nos caló más o menos pero con hondura notable.
¡Ah, las cosas, las cosas!, que se apilan o apilamos, y una a una conforman nuestro entorno, nuestro pasado y presente, nuestra vida, y condicionan nuestro futuro. ¡Ay, las cosas!

martes, 8 de septiembre de 2015

Con el alma al aire: Reencuentros


Un día especial e inolvidable. El tiempo casi se detuvo y nos dejó mirar en él como se mira un reflejo en un estanque cristalino. Así surgió una magia capaz de hacer posible que reviviéramos momentos pasados pero a la vez tan presentes...
Cuántos lugares que nos recuerdan a aquellos años!! Uno de ellos y posiblemente el principal, el Instituto de Enseñanza Secundaria (ISLA DE LEÓN), donde nos conocimos y comenzamos a relacionarnos, donde nos escogimos sin por ello descartar otras amistades, donde tantas y tantas horas pasamos, donde tanto vivimos, entre sus paredes, en sus patios. Se me llenan los oídos del griterío de la chavalada a la hora del recreo, comprando bocadillos en las tiendas aledañas, y volviendo a toda prisa hacia el recinto escolar para apurar los minutos en alguna broma o hilvanando confidencias…



©Elisa María Bernal Roldán, María del Carmen Calderón García, Angela María Correa Forero,
María José Gómez Fernández, derechos reservados


Después de 25 años sucede, como por arte de magia, y las cosas, el ambiente, los lugares, las emociones, recobran la inercia de ayer como renovada de repente, como devuelta por una ola que rompe en la orilla de la playa. El tiempo parece no haber transcurrido y las risas y las charlas se producen como si se retomaran de unas horas antes. Se palpa algo muy de verdad que surge desde dentro, con natural desenvoltura. En ese instante se evidencia un nexo que nada ni nadie ha podido romper: la amistad reencontrada, la continuación de la historia, lo auténtico devuelto por la vida, prestado sin permiso y aceptado sin rencor.

La vida es bocanadas de aire que llenan un respiro profundo con soplos ligeros de armonía y desazón en equilibro.


©María José Gómez Fernández

jueves, 13 de agosto de 2015

Con el alma al aire: Espejismos del contratiempo

La escasa brisa de la tarde que ya escudriña la noche trae un olor marino consigo, salado, fresco y con cierta carga de humedad, con un toque de algas y arena mojada que flota en el ambiente. Es la hora mágica en la que el sol grande y anaranjado, como una enorme bola incandescente, se esconde caprichoso allá en el horizonte, entremetiendose entre cielo y mar dejando, en su marcha, todo teñido de una gama naranja amarillenta que después va tornando en rosácea y finalmente se antoja morada, cuando la oscuridad es casi completa y aún más, si unas pequeñas nubes grisáceas, en parsimonioso movimiento, adornan el conjunto que más bien parece una acuarela.
O es mi imaginación, unida a mi deseo por verme en tal escenario, que aún con los ojos abiertos, me hace ver distorsionada la realidad. Contemplando las nubes que se desplazan hacia el oeste, tropiezan mis ojos con las antenas de los edificios que se levantan junto al mío, con su grupito de vencejos buscando un hueco donde posar su incansable vuelo, y bajando la vista, en vertical, ventanas cerradas por vacaciones, persianas hacia arriba mostrando tenue luz que no avive el calor en el interior, algún vecino paseando o simplemente de regreso a casa, moviendo su persona en un andar pesaroso, como si arrastrara una carga pesada, una mini pandilla de chavales marginales que vociferan entre ellos lanzándose palabrotas mientras propinan patadas a cualquier objeto que encuentran a su paso arrollador. Ahí va también la mujer de Antonio, que irá a buscarlo a algún bar cercano. Camina con gran esfuerzo y en cada paso desploma la pierna derecha y luego la izquierda, y así va avanzando hasta llegar a su destino, que pronto tendrá que abandonar, de nuevo detrás de Antonio, como los marineros, para ir a otro puerto con bar.

sábado, 8 de agosto de 2015

Con el alma al aire: El contratiempo (2)

Estoy segura de que en más de una ocasión has sentido la impotencia y la frustración que yo ahora siento; querer hacer cosas y no poder, y para colmo, por un estúpido e imprudente contratiempo.

Cómo puede condicionar tanto algo que ocurre en unos segundos y después necesita días para volver a recuperar, al menos, el punto del que partió. Así que, aquí estoy, no sólo perjudicando y fastidiando mis propios y escasos planes de vacaciones, sino también los deseos de mi madre por vernos y estar acompañada, y los de mis hijos, que no tienen más remedio que acomodarse al lento transcurso de mi recuperación. Necesitar que te echen una mano, nunca mejor dicho, para comprar, cocinar, recoger, ordenar, y para cosas simplísimas y acciones cotidianas, que de otro modo no valorarías su complicación y el esfuerzo que requieren, como vestirte, desvestirte, lavarte, abrir el desodorante y aplicártelo, poner pasta en el cepillo de dientes, desenchufar el cargador del móvil, y así, un sinfín de actividades personales y no personales que se convierten en un auténtico reto, como por ejemplo, manejar el ordenador o escribir un manuscrito.
Obviamente escribo con la mano izquierda. No tengo la precisión y velocidad que tendría si lo hiciera con la derecha, pero me apaño con dignidad. La letra resultante tiene un trazo que parecería haber sido realizado por un niño de nueve o diez años, pero se entiende bastante bien al leerla.
¡A mi edad y haciendo pruebas de caligrafía! Como desde muy pequeña he tenido problemas de quistes en los escafoides de ambas manos, hace mucho determiné aplicarme y aprender a escribir con la mano izquierda ya que la derecha estaba perjudicada más a menudo. Así, en el colegio y después en el instituto y en la universidad he utilizado la izquierda en incontables ocasiones para realizar ejercicios y trabajos, y sobre todo para tomar apuntes. Nunca he debido usarla tantos días seguidos como ahora, así que se podría decir que además de practicar está desarrollando una inusual destreza.
Mi sentido de la precaución también se ha propuesto ser más diestro para evitar accidentes como éste, que por un descuido ha tenido la consecuencia de aplastar y arrastrar un cristal en mi mano, que luego ha quedado desgarrada.
Casi quince días después de un instante de descuido me han confirmado que no perderé el trozo de carne, pero no me pueden decir cuántos días más estará inutilizada la mano. Lo que está claro es que este contratiempo ha dado al traste con un mes de vacaciones y ha defraudado las expectativas e ilusiones propias y ajenas.
El paracetamol va haciendo su efecto y ahora agradezco que me duela menos la herida, aunque no puedo decir lo mismo de sus consecuencias, que esas, desafortunadamente, no se matizan tomando un paracetamol.

miércoles, 5 de agosto de 2015

Con el alma al aire: El contratiempo (1)

El mayor desafío en ese momento fue afrontar otro nuevo contratiempo. Añadir, a la escasa mira de planes y a la estrechez de tiempo, un inoportuno accidente se tornó en un revés, un auténtico mazazo preocupante. Carecía de sentido lamentar el infortunio que suponía para las aún añoradas vacaciones cuando lo realmente lamentable era el accidente en sí, la curación adecuada de la herida y el deseo de que no tuviera mayores consecuencias que romper el rítmo aletargado y caprichoso que ofrecieran los días libres.
Lo primero era aceptar, después, lidiar con la resolución de atender lo mejor posible la última semana de trabajo antes de las vacaciones. En paralelo, se trataba de convivir con la herida y atenderla debidamente, con ayuda de los consejos del médico y las curas en el centro de salud, las incomodidades para el devenir diario, las incapacidades para hacer las cosas más simples, y el dolor tremendo y cruel de ese tajazo en la mano, del tamaño de una moneda de cinco céntimos y con la forma de una herradura, pero de la mala suerte.
Mala y maldita la suerte de ese instante en el que la mano quedó, por torpeza y descuido pero sin intención, desgarrada. Ahora, una vez cosida por el personal de urgencias del Hospital Vírgen del Rocío, y ya en casa, en las primeras horas, el dolor le retorcía los sentidos, de tal forma que, con ayuda del potente analgésico logró rendirse al sueño reparador.

sábado, 11 de julio de 2015

Con el alma al aire: Fragmento de calor

Desde el suelo sube un vapor caliente irrespirable. La tierra reseca y áspera, dolorida, mantiene a duras penas las flores aburridas que de ella asoman, supervivientes del mal, que convierten en nutriente el escaso frescor de las primeras horas de la mañana. Y el sol amenazando mientras asoma por el horizonte. Hoy promete ser otro día de asfixia y sudor.

lunes, 26 de enero de 2015

Con el alma al aire: Flashes del bloqueo

Tal vez una de las peores emociones que el escritor puede experimentar, rayana con el miedo por no escribir nunca más, que sólo se diluye al ver que el espacio blanco para la expresión se va llenando de luces y sombras, encarnadas en palabras construidas en armonía con sentido completo.

Dedos en huelga de teclas, cuerpo en huelga de mente; bloqueada la expresión, una opresión sobre el pecho; impotencia de la voz imposible en el reino del silencio; necesidad de decir y el deseo de que esto no dure por más tiempo.

Ideas que se agolpan justo a la salida, sin darse paso con cortesía. Como resultado del atasco se escapa una escasa sensación que deambulaba en las últimas filas: "La manzana limpia los pulmones y los dientes; la honestidad y la nobleza mantienen limpia la conciencia".

De: http://pixabay.com/es/bloqueo-de-seguridad-clave-36575/


Encontrar un sentido, una burbuja de aire, un imposible espacio donde recostar la inquieta carga y repostar aliento mientras se va llenando el blanco hueco de palabras, tímidas y escasas, dispersas y aburridas de ser sólo palabras. Hasta que reluce un mínimo instante de cohesión, un escape de sentimiento algo más profundo, que se encontraba en la retención de ideas, medio atropellado, vapuleado y algo confundido.

La voz sensual, mezclada con algún acorde se metía dentro, tanto que parecía una marea subiendo más y más, hasta mojar los últimos granos de arena siempre seca y áspera.
Escuchó esa canción una y otra vez, sin duda era una de las canciones más bellas, una de esas que nunca se olvida, que se trae a la memoria cuando se quieren estallar emociones, cuando se necesita trepar a otro plano de la realidad.

jueves, 12 de diciembre de 2013

Con el alma al aire: El cerco se cierra (3)

La delicadeza elevó sus hombros y volvió a descenderlos como si no existiera gravedad en la pesada atmósfera que rodeaba su instante de pesar.
--¿Y a mí qué?. ¿Si éso es lo que quiere?
De: Francisco Tomás Rincón
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Sentía, no obstante, una mordida de rabia que la invadía; un hueco doliente en la boca del estómago; el derrumbe del firme bajo sus pies; una pena vagando cual fantasma y algún que otro sentir rallano en lo surrealista. 

Impersonal y terriblemente destructivo subía su lamento por la sangre, de tal forma que le permitía corroborar que todavía le importaba puesto que podía dolerle sobremanera. ¿Cómo no doler el desprecio de un hermano que te arrumba y te ignora?. Dolía en lo profundo pero estaba aprendiendo a no sentirse lastimada, a respirar para mitigar el dolor, para desviarlo, para esquivar sus efectos. Sin duda una inteligente terapia que aún le llevaría tiempo desarrollar y practicar con destreza.

Con el alma al aire: El cerco se cierra (2)

Tal vez éso pasó por la cabeza de su hermano.
Es posible que nunca quiera aceptar su responsabilidad, que nunca quiera hablar de ello, pero que ante los suyos explique argumentos que lo eximen de culpa y la envían al tejado ajeno, al de su hermana, al de su amada, amante, su amor, su excusa, su aliciente, ¿o su auténtica pareja ideal?.
No lo sabrá nunca, a menos que retome su responsabilidad, las riendas de su propia existencia y se lance a vivir sin tapujos, a hablar sin explicar, a contar lo que sintió.
Si él no lo hace, si no lo hará, su hermana sí.

El dedo índice rozando apenas los labios, un siseo discreto y fugaz escapando entre ellos, la mirada clavada captando la atención de otros, todo junto surtió efecto y consiguió por un breve instante que todos callaran y la escucharan...
-No hice nada mal, sólo intentar apoyarlo porque estaba hundido, casi tocando fondo, manejado como una marioneta con hilos desgastados, al borde de su propio peso --los miraba--. No hice nada mal, o al menos éso creo, ¿no hubiérais hecho lo mismo por vuestro hermano, por vuestra hermana, por vuestro mejor amigo? --los inquiría sin mover una pestaña--. ¿Y ahora qué?. Ni siquiera él me dirige la palabra, y aún debo preguntarle ¿por qué?. ¿Porque así se lo ha ordenado su mujer?. ¿Con qué lo ha atemorizado? ¿Por qué un hombre hecho y derecho, maduro, rompe lazos y trato con su hermana, que lo único que hizo fue escucharlo, apoyarlo, intentar que levantara su autoestima?. Algún día tendrá que ponerse frente a frente y explicármelo. No ha sabido defender su integridad, no ha querido asumir su responsabilidad. A fin de cuentas él fue el que engañó a su mujer, yo sólo escuché cómo se iban sucediendo los hechos; sólo procuré que un ser humano volviera a recuperar la confianza en sí mismo, tras cuatro largos años; escuchando los desprecios a los que decía estar sometido por su mujer, procurando que no llorara como un niño cuando me contaba como ninguno le tenía respeto, ni siquiera sus hijos. Y ahora ha decidido que lo mejor es anularme, no hablarme, como si esa actitud fuera a borrar la infidelidad de su matrimonio; posiblemente alentado por su mujer, pero al final, tomando él esa determinación, alejándose de quien siempre tuvo tiempo para él, apartándose de quien le invitaba a sonreír, a ver el lado positivo que él tenía, a mirar hacia adelante a pesar de los pesares.

Con el alma al aire: El cerco se cierra (1)


Observando los matrimonios y las parejas conocidas y desconocidas cabe hacerse la pregunta ¿por qué?.

¿Por qué en unos casos parecen ser sólo una excusa, en otros son un fracaso, y en otros la reencarnación del amor eterno?. Ninguna es la pareja perfecta, ni siquiera aquellas que la muerte separó; ninguna tiene la fórmula mágica para combinar sus vidas y sus intereses encajando en una armonía envidiable; ninguna de las que se rompió se propuso jamás que así fuera, pero lo cierto es que son todos los casos una realidad innegable.

Las parejas por la calle, los matrimonios paseando con niños por el parque, los novios comiéndose a puro mordisco, otros discutiendo acaloradamente, aquéllas repartiéndose bienes en un juzgado, otras temiendo a la parte contraria que le hace la vida imposible a pesar del tiempo que hace que se dejaron, muchas entendiéndose y muchas incapaces de entenderse jamás.
De: amor.net
De: amor.net

La clave de la cuestión puede ser: mantener el respeto y evitar la monotonía. Puede faltar el dinero, flaquear la salud, venir malas rachas en el trabajo, existir contratiempos con los hijos, y muchas otras causas para debilitar el estado anímico y la entereza de cualquier ser humano, pero si tu compañero o compañera en el viaje se interesa por tí, te sorprende, te reanima, te hace sonreir y reir, te deja tu tiempo y tu espacio, te respeta, es posible que se supere cualquier amenaza que ande rondando la estabilidad de esa pareja.

Rutina tras rutina, monotonía cargando en la espalda, los ojos rotos de otear el horizonte para descubrir si se aproxima un aliciente alado.

Y sentirse sólo, incomprendido mientras tanto.

Ese momento enciende la idea de abandonar, seguir el rumbo solo mejor que con quien hasta ahora te ha acompañado, y seguir por otro lado.

domingo, 1 de diciembre de 2013

Con el alma al aire: Esto es la jungla

La calle está tan desierta que parece que la hubieran fumigado con matarratas; no hay ni un alma, la basura está desparramada por la acera -seguro que anoche más de un gamberro aburrido zarandeó y pateó sin consideración los contenedores y se fue luego muy a gusto a su casa, o a saber dónde, dejándolo todo hecho un verdadero asco-; las papeleras que cuelgan de las farolas tampoco están en su sitio y desperdigan todo su contenido por todas partes. Es una panorámica desalentadora que invita a sentirse inseguro ahí abajo, y éso que pagamos el IBI, y la tasa de basura junto con la factura del agua, pero el Ayuntamiento parece hacer oídos sordos y ojos ciegos, se olvida de que ésto ocurre y limpia las calles en condiciones muy de vez en cuando.
Ni que decir tiene que la policía tampoco interviene mucho que se diga, y mira que montan controles a cada dos por tres, buscando no se sabe qué, si droga, delincuencia, dinero blanqueado... el caso es que detienen a una persona de tarde en tarde, desmontan el control que ha provocado atascos y ha suscitado la curiosidad de la gente del barrio, y luego, si te ví no me acuerdo; que ya pueden estar quemando unos maleantes mobiliario urbano, que cuando aparece la policía ya hace tanto que se fueron que es imposible seguirles el rastro.

De: El Ideal
De: El Ideal


También puede que la calle esté desierta porque hace un frío de narices y éso acobarda mucho para salir, aunque habrá que hacerlo, aunque sea para comprar pan y cuatro cosas que faltan en la casa.


Axi se viste, se empeta de ropa, se calza unas botas calentitas, revisa lo que hay que comprar, lo anota, se cuelga el bolso -fiel compañero que carga con todo lo que sea-, abre la puerta, sube al ascensor, baja hasta la entrada, sale de su edificio, observa con asco e indignación, a pie de calle, la imagen que desde la ventana podía ver con perspectiva de vuelo de pájaro, y se adentra en la jungla de bricks, cartones de pizzas, bolsas de plástico que giran en círculo, cristales rotos, y otros residuos, mientras se dirige a los contenedores para tirar la basura dentro -estúpido empeño, porque luego lo desparramarán todo y aún habrá más porquería en la acera-; luego se sacude la ropa y las manos, porque tiene la sensación de que se ha sumergido en la basura para poder tirar la suya propia, y se encamina a una de las tiendas del barrio, con el bolso bien seguro y el móvil y el tabaco a buen recaudo, ¡por si acaso!

Con el alma al aire: De su presencia imposible a la cara más gris del asfalto

Cuando en la noche un pensamiento se asienta en el sentido, agota los recursos para intentar conciliar el sueño, los ojos se niegan a cerrarse, la mente se resiste a relajarse, la impaciencia ocasiona un tsunami en el cuerpo, que se gira a derecha e izquierda en la cama, se revuelve hacia el piecero y el cabecero, una y otra vez, incansable.
El pensamiento que se ha adentrado en el sentido es poderoso, su naturaleza puede ser diversa: un problema, una vivencia, una inquietud, un olvido, una persona; alguien cercano que no está muy cerca, alguien querido que lo está pasando mal; alguien a quien se quiere apoyar y ayudar, a quien no se desea ver sufrir; alguien que fue muy querido, que lo sigue siendo, pero que ya no está y por éso su presencia es anhelada e imposible, y por éso se queda esa noche acompañando.
Ese pensamiento se adhiere de tal forma que después de rumiarlo un buen rato, comienza a mutarse en cualquier otro pensamiento.

De: http://defectosdeunego.blogspot.com.es

Axi se levanta por quinta o sexta vez a beber agua, a fumar un cigarro, a pasear por la casa, a comer chocolate, al cuarto de baño, a asomarse a la ventana. Y mientras deja que su mirada se pierda en el horizonte de ladrillos y antenas, acolchado por un silencio casi completo, se acuerda del hombre que vió por la tarde pidiendo es una esquina, de cómo lo miró sin que él se diera cuenta de que estaba siendo observado, de lo que imaginó que podría estar pensando, de lo puta que es la vida cuando se lo propone... y te muestra a la cara lo más gris del asfalto, para que lo recuerdes desde el insomnio asomado a la ventana.

- - - . . . - - -
Metió la mano en el bolsillo del pantalón, tan abajo como pudo, hurgando al mismo tiempo hacia un lado y otro, subiendo los dedos, rozándolos entre ellos como queriendo despegar algo invisible que se pudiera adherir. Y nada. Nada de nada. Ni un cochino céntimo. Ni siquiera el que siempre podía encontrar en otros tiempos, olvidado después de algún pago frugal.
¡Qué desesperación! Otra vez igual. Esperando que algún transeúnte le regalara algo, imaginando que inauguraba el día con un desayuno abundante, soñando con otros tiempos, sin querer comparar las diferencias con el presente, por no romper el hechizo, por no regresar a la realidad por alguno de los agujeros negros del forro de su pantalón.
No pudo ni quiso evitarlo, y permitió que las lágrimas le inundaran los ojos, contrajo los músculos del rostro y lloró con rabia y angustia, con dolor y sentimiento, sin pudor y sin pañuelo para enjugar su llanto.

 
De: http://www.20minutos.es

Hasta aquí había llegado, no quería quedarse para siempre, pero no sabía cuánto se quedaría. Ahora lo único que tenía era el tramo de aquella calle, el sitio en el mismo portal y en la esquina de al lado, unos cartones, un corazón herido, dignidad por encima de todo y toda la fuerza para luchar por un mundo entero al alcance de su mano pero no de su bolsillo.
Levantó la cabeza, inició la marcha y encaminó sus pasos enfilando la calle, en busca de otro tramo de asfalto que conquistar, sin pañuelo, sin un céntimo, sin espectativa, sin intención de dejarse pisotear su dignidad, sin perder el porte elegante que siempre le acompañaba en su caminar.

Con el alma al aire: Frío de soledad

Calor en el alma, calor en el cuerpo, calor pasado, calor ahora anhelado, porque calor es lo que le hace falta, no sólo por calentar las manos, sino por avivar todo un motor con energía que los años y los daños van mermando. Calor con el corazón, con la mirada sincera, con una palabra sencilla, con cariño al pronunciarla.
Para entender el sudor hay que saber lo que es tener calor...


Esta noche me quedo con las sombras que dibuja tu figura al recordarte, con la sonrisa y la voz, con tu imposible presencia.

Esta noche de nuevo me quedo contigo.
De Francisco Tomás Rincón: https://scontent-a-cdg.xx.fbcdn.net/hphotos-prn2/1467432_672522992788647_1166439541_n.jpg


Esta noche me quedo con las sombras que dibuja tu figura al recordarte, con la sonrisa y la voz, con tu imposible presencia.

Esta noche de nuevo me quedo contigo.

Con el alma al aire: El reloj nos habla

Mirar el reloj a ciertas horas no sirve más que para constatar que si estuvieras dormido no tendrías necesidad de comprobar la hora. Después de éso lo más razonable es hacer lo posible para no tener que mirar de nuevo el reloj y volver a pensar una vez más que ya hace tiempo que debías estar soñando en la cama y que te quedan menos horas para descansar. Apagas todo y te retiras hasta que el reloj suene junto a tu cabeza, justo cuando más a gusto estabas.


Salvador Dalí: "Reloj blando en el momento de su primera explosión". De: http://eltamiz.com/elcedazo

La mano para encontrar el despertador y apagarlo, para pulsar el interruptor de la luz, para hundir las yemas de los dedos en los ojos, masajeándolos suavemente; unas zapatillas cerca de la cama para poner los pies y que puedan encaminarse al cuarto de baño, debidamente equipado, lugar de primera parada obligada cada mañana; agua corriente en el grifo para despejar la modorra del sueño y asearse debidamente; una cocina y en ella, una cafetera y un café, con leche, por favor, y azúcar; la ropa para vestir y los zapatos para calzar; el bolso con todo su imprescindible contenido, excesivo para algunos; las llaves de la casa y del coche; la energía suficiente para empezar otra jornada con todas sus horas, sus sorpresas, sus imprevistos, sus alegrías y desencantos; la brisa fresca de la mañana en la cara; el impulso del conquistador; la ilusión del viajero; el zumo de energía; la ansiedad difusa en forma de humo...
Estas son algunas de las cosas que deben incluirse en la lista de lo necesario para empezar la mañana; es seguro que hay más por añadir pero que sea cada cual quien haga su propia revisión y confeccione su lista a medida.

sábado, 30 de noviembre de 2013

Con el alma al aire: Deseo cumplido


Entumecido el cuerpo, tan sólo de pensar cuándo vendrá el frío que ya se está haciendo tan necesario como deseado... y la lluvia suave y contínua que adorna las calles y los campos. Por fin se daría descanso al ventilador y al abanico, y tarea a la manta y a la estufa, pero mientras, la espera y el deseo son lo único que hacen posible el cambio meteorológico.


De Manuel Sánchez Quijano: https://scontent-a-cdg.xx.fbcdn.net/hphotos-frc3/q71/s720x720/1016978_10201204579470300_1164209535_n.jpg




Y unos meses más tarde el frío llegó... Todo llega. Finalmente se arrumbaron los artilugios para estar frescos y se afrontó poco a poco el nuevo rítmo marcado por la caprichosa meteorología, aún enredada en sí misma, como si no supiera decidir qué camino tomar.

De Francisco Tomás Rincón: https://scontent-b-cdg.xx.fbcdn.net/hphotos-prn2/q80/s720x720/960066_673735196000760_793568161_n.jpg

Pero el frío ya estaba ahí, enfilando las esquinas, obligando a guardar la ropa o la no ropa que se usó en el verano (mejor no acordarse de él, con esas temperaturas de locura y desquicie). Empezaba a verse gente por la calle a horas que unos meses antes ni podías imaginar y con mangas, con sudaderas, buscando el pedacito de sol para pararse a charlar en las aceras.


lunes, 8 de abril de 2013

Con el alma al aire: Amanece el barrio

Parir las horas de un domingo se vuelve lento y hasta tedioso. Hay que inventar un entramado de ilusiones para avanzar los minutos compaginando con esas obligaciones que te cuelgan por herencia de siglos, por narices. Axi se asoma a la ventana para tomar un respiro: unos pasean a los perros, otros empujan un carrito de bebé, algún niño monta en bicicleta, un matrimonio de abuelos vuelve del parque, el indigente rebusca en los contenedores de la basura sin importarle quién pueda verlo, un grupo de amigos camina hacia el bar de la calle de atrás. Parece que el barrio va cobrando color y forma ahora que está bien entrada la mañana.

-Tendré que ir a comprar pan –piensa Axi con cierta pereza, porque no tiene muchas ganas de pisar la calle-.

 Al otro lado de la plaza la ventana de María parece haber retenido el tiempo en ella, siempre a la misma altura, ni levantada ni bajada, justo a un palmo del alféizar, como si nadie habitara tras ella, pero sí. Axi la mira durante un buen rato mientras se pregunta cómo terminarían ayer las cosas entre Martín y María, o cómo habrán empezado esta mañana. Siente un pellizco por dentro porque no vaticina nada bueno.

 María se retiró temprano, casi al poco de atardecer, aburrida hasta el hastío de estar sola o con algún amigo, pero sola. Martín agrandó la tarde y la estiró como chicle hasta confundirla con la noche y la madrugada, y a la primera oportunidad escabulló el bulto con un par de conocidos de barra para seguir la parranda, pero sin María. Como otras tantas veces agotó un bar y otro hasta cerrarlos, entre risotadas y canturreos, picoteando escasamente un aperitivo compartido, sin mayores consideraciones que sus propios intereses y caprichos. Con el cansancio y la bebida de más a cuestas, como la chaqueta al hombro, finalmente regresó a casa, creyendo que evitaba hacer ruidos que pudieran despertar a María, cayendo en la cama casi sin desvestir, y durmiendo con aplomo entre vapores etílicos que por la mañana le cambiarían el humor hasta la primera cerveza en el bar, con María cerca, aparentando la normalidad de la felicidad estable, pero reviviendo flash a flash los fogonazos de flirteo vacío, los besos de plástico recibidos, las palabras agolpadas que se derraman sin contenido en conversaciones imposibles de recordar.


Partes completas: Con el alma al aire

jueves, 4 de abril de 2013

Con el alma al aire: De vuelta (2)

Se despidieron del grupo de conocidos y subieron a casa mientras el bar empezaba a recoger para cerrar pronto sus puertas. Otros ya se habían retirado un rato antes, y el resto de clientes lo iba haciendo poco a poco.

El silencio de la noche se rompía a intervalos por la sirena de una ambulancia que enfilaba camino al hospital Virgen del Rocío con gran velocidad. Para la gente del barrio un sonido familiar que podía oírse de día y de noche pero que en la noche podía desgarrar y levantar inquietud, clamando desde la oscuridad como el grito del que pide ayuda con desespero. La sirena con su acompasado ritmo fue alejando su reclamo hasta que finalmente dejó de oírse y de nuevo se instauró el silencio, tan sólo roto por algún coche pasando por la avenida, por el eco de la conversación de algún transeúnte.

De los altavoces del ordenador fluía la música suave con volumen adecuado para no distorsionar la magia de la estancia, iluminada por una tenue luz de vela cuya llama cambiaba de forma y tamaño a voluntad. Una copa de licor, un baile lento, miradas cómplices y el lenguaje corporal ponían la guinda al espacio y al momento íntimo. Unas horas después, consumido el licor, apagada la vela, la música susurrando al fondo, el cansancio hizo mella y el sueño los embargó sin preguntar.

Las primeras horas de la mañana los sorprendió acomodados entre sábanas, con las primeras luces filtrándose por los agujeritos de la persiana. Con los ojos llenos de sueño y el cuerpo perezoso se permitieron un rato más.


Partes completas: Con el alma al aire

Con el alma al aire: De vuelta (1)

Tras realizar la llamada prometida comprobó los mensajes en el buzón de voz del teléfono; tan sólo había dos llamadas, nada de interés, una de número no identificado y otra de un móvil que no sabía de quién era; ningún mensaje pendiente de escuchar. Dejó el teléfono en la base y se apresuró a deshacer el equipaje, como tantas veces había hecho y como tantas otras tendría todavía que hacer. Revisó las habitaciones, cerró bien las ventanas, conectó el aire acondicionado para calentar la casa. Miró la hora, buscó el cargador del móvil, lo enchufó, encendió un cigarro, comprobó de cuánto dinero disponía, preguntó a sus hijos:
-¿Queréis que pida unas pizzas a Angelita?
-Bueno... -dijo el mayor dubitativo-, pero si va a tardar mucho, entonces no, porque tengo hambre.
-¡¡¡Síiii!!! -exclamó el pequeño haciendo fiestas a la propuesta- ¡tengo muchas ganas de comer pizza!
-Claro, es que hace ya unos cuantos días que no las comemos -dijo Axi-. Bien pues bajo y en cuanto las tenga preparadas os las traigo. Nosotros igual tomamos algo abajo, ¿no os importa?
-No mamá -respondieron los dos-, pero a ver, porque después dices que estás cansada... -completó el mayor-

Había poca gente por la calle, al menos en el barrio, seguramente a causa de la crisis, pero también porque había partido de fútbol. En el bar sí que había más gente, estaba lleno de forofos que no podían ver ese partido en casa porque no tenían Canal Plus y allí mataban el tiempo del encuentro consumiendo sólo lo que pudieran pagar, que la cosa no estaba para tirar la casa por la ventana.
Veinte minutos después estaban las pizzas listas para llevar y de inmediato Marc las subió a casa, bajó de nuevo y tomaron allí algo para cenar y de paso despejaron la cabeza charlando y riendo con un grupo de gente divertida, habitual del sitio.
-Ya se os echaba de menos -dijo Nadia-
-¡Hombre, menos mal que aparecéis! -añadió Sete-

Casi a punto de dar las diez y media, la noche estaba empezando, y aunque se encontraban junto a casa y volverían pronto, una brisa renovada y fresca se dejó sentir en sus rostros, augurando un rato distendido, de esos que luego gusta recordar.


Partes completas: Con el alma al aire

miércoles, 3 de abril de 2013

Con el alma al aire: La despedida (2)

Llevaba la radio puesta con una buena emisora que al sacudir rock por un tubo contribuía a mitigar la sensación de ahogo e impotencia, de tristeza sublime que le oprime el pecho cada vez que se separa de su madre, tiempo antes también de su padre. La música la transportaba hacia los momentos únicos de esos días que acababan de terminar, ya fueran buenos o malos, divertidos o aburridos, podía revivirlos gracias a la música y éso difuminaba el punto de ruptura de la despedida y lo convertía en un punto de inflexión a partir del cual el tiempo se acortaba camino hacia el próximo reencuentro.
No es fácil decir adiós y menos cuando te despides de alguien de cierta edad o de alguien que no está bien de salud porque nunca se sabe qué puede pasar, y aunque nadie está libre de mal, la ley de la vida se impone. Te duele pensar cómo se las arreglará para hacer sin tu ayuda ciertas cosas, a quién recurrirá, si sentirá la soledad revoloteando a su lado, si tendrá cuidado y no se subirá en aquella escalera para alcanzar un cacharro en la cocina, si no resbalará en el baño, si cerrará bien las puertas por la noche, con quién irá a la cita del médico (y tú sin poder acompañarla). Infinidad de pensamientos recurrentes y cíclicos que se vienen una y otra vez en el transcurso de los días, en el insomnio de las noches, que hacen sentir hasta culpa por no tener el don de la ubicuidad, por no ser superwoman y acudir a todo lo que uno quisiera o debiera.

Entre tanto el paisaje pasa rápido junto a la ventanilla lateral del coche, como si viajáramos dentro de un túnel de acuarelas y suena la música. Le apetece llegar a casa, hacer la llamada que prometió para confirmar su llegada, desdoblar y recoger todo el equipaje que unas horas antes dobló, buscó y guardó, y salir a la calle a respirar hondo mientras se toma una cerveza en compañía de los conocidos del barrio. Después de todo ese ritual, coronado por bromas y risas, comentarios y puesta al día de novedades, todo volverá a algo parecido a la normalidad habitual, y podrá descansar con ganas en su cama, arropándose con sus sueños.
Ahora ya sólo faltan 25 kilómetros para llegar. Un haz de resplandor puede verse a lo lejos: son las luces de Sevilla; las de La Isla las lleva en su pensamiento.


Partes completas: Con el alma al aire

martes, 2 de abril de 2013

Con el alma al aire: La despedida (1)

No podía ver con claridad con las lágrimas asomando al borde de los ojos, como queriendo derramarse sin conseguirlo. Con el revés de la manga se limpió la mucosidad acuosa que bajaba por la nariz hacia la boca. No quiso tocarse los ojos para que ella no se diera cuenta de que estaba llorando, para evitar que el momento se hiciera aún más duro, incluso esbozó una sonrisa que sabía que advertiría desde la distancia que las separaba y al mismo tiempo gesticuló con la mano como simulando un teléfono y le dijo:
-Te llamo cuando llegue.
Sabía que no la volvería a ver en semanas y éso hacía más difícil decir un hasta luego que era la fórmula perfecta para suavizar un adiós, hasta pronto.
Caminó unos pasos sin mirar atrás, abrió la puerta del coche, subió y se acomodó y agitó la mano saludando. El coche arrancó y se puso en marcha y también la cuenta atrás hasta que volvieran a verse. Cada vez era más duro despedirse.
Luego se sumió en un enjambre de pensamientos y sentimientos, recuerdos inmediatos y lejanos, nostalgias y anhelos, risas y bromas que ayudaron a acortar los kilómetros que las ruedas del coche machacaban en el asfalto de la autopista.


Partes completas: Con el alma al aire
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