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jueves, 12 de diciembre de 2013

Con el alma al aire: El cerco se cierra (3)

La delicadeza elevó sus hombros y volvió a descenderlos como si no existiera gravedad en la pesada atmósfera que rodeaba su instante de pesar.
--¿Y a mí qué?. ¿Si éso es lo que quiere?
De: Francisco Tomás Rincón
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Sentía, no obstante, una mordida de rabia que la invadía; un hueco doliente en la boca del estómago; el derrumbe del firme bajo sus pies; una pena vagando cual fantasma y algún que otro sentir rallano en lo surrealista. 

Impersonal y terriblemente destructivo subía su lamento por la sangre, de tal forma que le permitía corroborar que todavía le importaba puesto que podía dolerle sobremanera. ¿Cómo no doler el desprecio de un hermano que te arrumba y te ignora?. Dolía en lo profundo pero estaba aprendiendo a no sentirse lastimada, a respirar para mitigar el dolor, para desviarlo, para esquivar sus efectos. Sin duda una inteligente terapia que aún le llevaría tiempo desarrollar y practicar con destreza.

Con el alma al aire: El cerco se cierra (2)

Tal vez éso pasó por la cabeza de su hermano.
Es posible que nunca quiera aceptar su responsabilidad, que nunca quiera hablar de ello, pero que ante los suyos explique argumentos que lo eximen de culpa y la envían al tejado ajeno, al de su hermana, al de su amada, amante, su amor, su excusa, su aliciente, ¿o su auténtica pareja ideal?.
No lo sabrá nunca, a menos que retome su responsabilidad, las riendas de su propia existencia y se lance a vivir sin tapujos, a hablar sin explicar, a contar lo que sintió.
Si él no lo hace, si no lo hará, su hermana sí.

El dedo índice rozando apenas los labios, un siseo discreto y fugaz escapando entre ellos, la mirada clavada captando la atención de otros, todo junto surtió efecto y consiguió por un breve instante que todos callaran y la escucharan...
-No hice nada mal, sólo intentar apoyarlo porque estaba hundido, casi tocando fondo, manejado como una marioneta con hilos desgastados, al borde de su propio peso --los miraba--. No hice nada mal, o al menos éso creo, ¿no hubiérais hecho lo mismo por vuestro hermano, por vuestra hermana, por vuestro mejor amigo? --los inquiría sin mover una pestaña--. ¿Y ahora qué?. Ni siquiera él me dirige la palabra, y aún debo preguntarle ¿por qué?. ¿Porque así se lo ha ordenado su mujer?. ¿Con qué lo ha atemorizado? ¿Por qué un hombre hecho y derecho, maduro, rompe lazos y trato con su hermana, que lo único que hizo fue escucharlo, apoyarlo, intentar que levantara su autoestima?. Algún día tendrá que ponerse frente a frente y explicármelo. No ha sabido defender su integridad, no ha querido asumir su responsabilidad. A fin de cuentas él fue el que engañó a su mujer, yo sólo escuché cómo se iban sucediendo los hechos; sólo procuré que un ser humano volviera a recuperar la confianza en sí mismo, tras cuatro largos años; escuchando los desprecios a los que decía estar sometido por su mujer, procurando que no llorara como un niño cuando me contaba como ninguno le tenía respeto, ni siquiera sus hijos. Y ahora ha decidido que lo mejor es anularme, no hablarme, como si esa actitud fuera a borrar la infidelidad de su matrimonio; posiblemente alentado por su mujer, pero al final, tomando él esa determinación, alejándose de quien siempre tuvo tiempo para él, apartándose de quien le invitaba a sonreír, a ver el lado positivo que él tenía, a mirar hacia adelante a pesar de los pesares.

Con el alma al aire: El cerco se cierra (1)


Observando los matrimonios y las parejas conocidas y desconocidas cabe hacerse la pregunta ¿por qué?.

¿Por qué en unos casos parecen ser sólo una excusa, en otros son un fracaso, y en otros la reencarnación del amor eterno?. Ninguna es la pareja perfecta, ni siquiera aquellas que la muerte separó; ninguna tiene la fórmula mágica para combinar sus vidas y sus intereses encajando en una armonía envidiable; ninguna de las que se rompió se propuso jamás que así fuera, pero lo cierto es que son todos los casos una realidad innegable.

Las parejas por la calle, los matrimonios paseando con niños por el parque, los novios comiéndose a puro mordisco, otros discutiendo acaloradamente, aquéllas repartiéndose bienes en un juzgado, otras temiendo a la parte contraria que le hace la vida imposible a pesar del tiempo que hace que se dejaron, muchas entendiéndose y muchas incapaces de entenderse jamás.
De: amor.net
De: amor.net

La clave de la cuestión puede ser: mantener el respeto y evitar la monotonía. Puede faltar el dinero, flaquear la salud, venir malas rachas en el trabajo, existir contratiempos con los hijos, y muchas otras causas para debilitar el estado anímico y la entereza de cualquier ser humano, pero si tu compañero o compañera en el viaje se interesa por tí, te sorprende, te reanima, te hace sonreir y reir, te deja tu tiempo y tu espacio, te respeta, es posible que se supere cualquier amenaza que ande rondando la estabilidad de esa pareja.

Rutina tras rutina, monotonía cargando en la espalda, los ojos rotos de otear el horizonte para descubrir si se aproxima un aliciente alado.

Y sentirse sólo, incomprendido mientras tanto.

Ese momento enciende la idea de abandonar, seguir el rumbo solo mejor que con quien hasta ahora te ha acompañado, y seguir por otro lado.
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