Recuerdo el clamor desatado del público, cegado por escuchar un bis de la letra de aquella canción; y tu gesto de desaprobación y descrédito, que en realidad era la tapadera de la envidia perversa que sentías hacia mí y hacia mi trabajo, hacia el cariño manifiesto y el reconocimiento que tú nunca recibiste.
Y sé, desde hacía tiempo, que estabas muy harto de que mis creaciones, mis actuaciones y yo mismo fuéramos objeto de aclamación, en tanto tú, en la sombra te carcomías.
Tu fatal arrebato cercenó mi voz. Y ahora me cantas y me cuidas. ¿Un accidente?. ¡Vaya dislate!
Microrrelato publicado en Cinco Palabras, 4ª semana de septiembre 2017.
©María José Gómez Fernández
Tikkho Maciel | @tikkho | o |