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lunes, 16 de octubre de 2017

Amor tres delicias aderezado con envidias y mentiras con emulsión de cítricos y frutos rojos

Y mientras intento sobrevivir al instante que cambió mi vida para siempre, tú te empeñas en hacerme imposible la existencia, perfeccionando tu hazaña, como si se tratara de una burda imitación culinaria que presentas como creación propia.


Precisamente hoy se cumplirían cinco años de nuestro matrimonio, y sin embargo lo que se cumple es el primer aniversario de tu abandono. ¡Oh, no! ¡no lo digo con despecho! aunque sí hay dolor por todo lo que he padecido durante este último año, y deseo que algún día lo puedas experimentar en tu pellejo.


De un día para otro me dejaste en la más absoluta miseria, claro que eso no fue difícil para ti porque, aunque me habías dicho lo contrario, nunca me incluiste en las cuentas bancarias y me dabas el dinero a cuentagotas, previa justificación. Tampoco me diste de alta como empleada de la empresa que creamos juntos, aunque te jactabas de haberla levantado y de llevarla con tu mujer. Conmigo siempre al margen de tus manejos fue fácil deshacerte de mí. Me dijiste “puedes seguir viniendo a comer aquí” pero al tercer día me echaste con gritos y cajas destempladas y con una denuncia por robo, por coger 30 euros para comprar comida a los animalitos que tenemos, que teníamos porque los abandonaste sin piedad, a su suerte, que era la mía. Eso te salió mal, porque ese juicio lo gané.


Imagen de photo-graphe: https://pixabay.com/en/users/photo-graphe-2867425/


Después de verme sin dinero, sin trabajo, sin nada, de un día para otro, recurrí a familia, amigos, a Cáritas, a Asistencia Social, al Instituto de la Mujer, a buscar trabajo deprisa y a la desesperada. Hasta dos meses después de la vista por divorcio no encontré un trabajo a media jornada, lo que me está permitiendo vivir junto con el ingreso de la liquidación de bienes gananciales, la que has dejado de ingresar al sexto mes argumentando excusas sin fundamento para confundir a abogados y entretener al tiempo.


Desde el principio me engañaste, primero con flores, besos, caricias; después con mentiras, mujeres, drogas; tardaste poco en despertarme a codazos en la cabeza hasta que me tirabas de la cama; querías hacerme ver que tenía depresión, como para no tenerla, diciéndome un día que me querías y al otro que era basura, así hasta que me pusiste en manos de un psiquiatra.


Me prometiste la luna pero todo quedó en las estrellas y en tu intento por estrellarme.





sábado, 5 de noviembre de 2011

Al final le tocaron los huevos

Nada consolará su desmotivación. La rutina le ha calado tan hondo, las complicaciones se han embravecido de tal modo y amenazan la supervivencia misma, el sustento, que de esta forma, ¿cómo inventarse cada día la razón de ser?
Es necesario que la invada la paz interior pero cómo rozarla siquiera cuando la convulsiona cada mordida de lo imprevisto, la tambalea el inestable suelo que pisa, la distorsiona la sorpresa que cada minuto le depara.
La incertidumbre la circunda. La enfermedad le está ganando una partida. Los sentimientos le han vuelto la espalda. Las dificultades económicas la aprietan cada vez más. Todo ésto, como un triángulo, y ella en medio, percibiendo como los lados se acercan entre sí, reduciendo el centro. Va a quedar emparedada a no ser que haya una fisura, que encuentre una salida por donde escurrir el bulto.
Sería un remanso que le aseguraran que no perderá su trabajo, una de sus fuentes de ingreso y a la vez el enlace con la actividad y algunas relaciones sociales, un modo de identidad. Pero no terminan de darle garantías de su continuidad laboral y ahí, en la duda, columpia sus preocupaciones que impiden en buena parte cumplir con el reposo por prescipción facultativa, reposo físico y psíquico.
¿Cómo no se va a alterar? ¿Cómo va a estar tranquilamente en reposo? Si en un segundo todo su mundo se puede desmoronar como un terrón de azúcar en una taza de café, negro café, como negra la suerte que le augura su destino más inmediato.
No sabe con cuánto tiempo puede contar porque no se lo han dicho pero tiene la certeza de que será poco, al menos para todo lo que quisiera dejar zanjado. Y así ni las ganas le acompañan, ni la ilusión, ni las fuerzas.
Si sintiera su apoyo, pero la dejó a un lado, terminó con ella, y de la noche a la mañana, o mejor dicho, de la mañana a la noche su vida realizó un cambio de sentido de la marcha. Lo que antes iba ahora venía, lo que estaba se fue, lo que estaba por venir ya no llegaría. ¿Qué había ocurrido, en qué le había fallado?. Quedó perpleja cuando lo vió acicalarse aquella noche de sábado porque no recordaba que hubieran planeado salir a ningún sitio. Se asombró aún más de cómo él le hablaba: por una parte con la confianza de tantos años compartidos, por otra parte con desprecio y desaire, irrespetuoso, por último como si la ignorara.
- Pero... ¿vamos a salir?, si no habíamos dicho...
- No vamos a salir -la cortó en seco-, voy a salir yo.
- ¿Y éso, a dónde vas?
- He quedado con una chica que conocí. Tengo que aprovechar el tiempo, que ya no tengo tanto, y las oportunidades no hay que dejarlas pasar.
- Vaya sorpresa que me estás dando. Podrías divorciarte de mí primero y luego salir con quien quisieras...
- ¡Déjame de monsergas y plánchame esa camisa!
Ella se quitó de su vista sin hacer caso a su petición, sin dar crédito a lo que estaba escuchando y viendo, sin entender la razón de ese cambio radical en él, que tan sólo unas horas antes le había recordado lo bien que habían estado la semana anterior en Valencia y luego estuvo planificando arreglos en la casa, sin olvidar el cumplido que le hizo por lo guapa que la encontraba y lo bien que se sentía con ella.
En la cocina, mientras bebía una tila que se acababa de preparar, notaba el temblor de las manos, de las piernas, el temblor de su mundo, de su vida. Sintió como un mareo parecido al tambaleo que también sufría en lo más profundo. Aquéllo no era exactamente un tambaleo, era un derrumbe repentino.
De fotolog.com (google images filtro estricto)
http://www.fotolog.com/javivilandia/28525472
Tras escuchar cerrarse la puerta de la calle de golpe y sabiendo que estaba sola, rompió a llorar, sin consuelo posible. No le dijo ni siquiera adiós y encima había dejado todo patas arriba: la toalla mojada sobre la cama, una camisa enganchada en la puerta, un pantalón en el suelo... y ese olor penetrante del perfume varonil que se había aplicado minutos antes.

Lo dejó todo tal cual, llamó a uno de sus cuatro hijos, cogió su bolso, subió al coche y se fue. No volvió hasta el lunes y esperó que él llegara para ponerle delante la documentación para iniciar los trámites de divorcio que aquella misma mañana le había preparado una abogada conocida. Él firmó, casi no habló y volvió a acicalarse para salir. Una semana después salía por la misma puerta pero llevando consigo todas sus pertenencias para alojarse en otro piso de su propiedad; así lo leyó en el documento que había firmado unos días atrás.
Desde entonces las preocupaciones y las dificultades se han hecho sus aliadas, aunque al principio el dolor y el desconcierto matizaban las durezas que iban surgiendo.
Tan sólo un mes después la han despedido de su trabajo, por estar enferma, porque han encontrado a otra persona que trabajará por menos dinero, porque a pesar de estar trabajando para la madre de una señora abogada, ésta no la tenía ni siquiera dada de alta en la Seguridad Social, porque el sinvergüenza no descansa y se aprovecha de las flaquezas del débil para llevar a cabo sus ejecuciones.
No importa ahora cómo se llama ella, sólo importa que cuando menos lo podía soportar le tocaron bien los huevos hasta que hicieron tortilla con ella.

En Enwebada, en Micros
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