El Mundo, día de un año
de cólera y sangre agolpadas,
ahítos de neón y asfalto,
deambulando en torpes balanceos
por las calles…
Doblando cualquier esquina
te das de bruces con ellos.
Van mirando sin mirar,
apresurándose por cruzar la calle,
condicionado por el ritmo fugaz
apostado en la vértebra pétrea
de cualquier ciudad…
Y a fin de cuentas
sólo son cuerpos
movidos por el stress cotidiano;
refugiados en el amor…
Algunos se creen Vulcanos.