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jueves, 19 de noviembre de 2020

Siempre con nosotros, Juan López. N.N. – Día 250, 19 de noviembre

El pasado día 12 de noviembre recibí una tristísima noticia: Juan López Álvarez había muerto. Una pena profunda se instaló en mi interior. En las horas siguientes pasaron por mi memoria muchas imágenes de momentos, de forma inconexa primero, después más o menos en orden cronológico. Pero tampoco puedo asegurar que mi memoria no se confundiera porque a veces, la pobre mía, me juega malas pasadas. Aquella noche no pude evitar buscar en mi perfil de Facebook varias fotografías mías y algunos posts en los que Juan me había dejado comentarios y yo le había respondido. La tristeza estaba ahí, en lo hondo. También busqué en su perfil, donde yo había dejado igualmente comentarios a algunos de sus posts. Facebook era para él una ventana con la que comunicarse con una parte del mundo conocido, y yo a veces me partía de la risa cuando leía lo difícil que se le hacía a veces manejar ese trasto, y decía esto refiriéndose al móvil para editar en Facebook. Me gustaba leer sus comentarios, siempre ocurrentes, en posts de otros conocidos. Facebook nos sirvió para reconectar después de muchos años, y eso fue algo que en su momento me hizo feliz, porque a Juan siempre le he tenido un afecto especial, a Juan y a Chispa, con la que continúo teniendo comunicación a través de teléfono y Facebook. Dos personas para mí grandes, positivas, sencillas, vitalistas, inteligentes, creativas. Estando esa noche en el perfil de Juan quise dejarle unas palabras a modo de despedida, agradecimiento, no sé explicar mejor que esa era una forma de intentar acercarme un poco a él, cosa ya imposible, pero para mí un consuelo. Escribí esto: <<Muy muy triste desde que me enteré esta tarde. Gracias Leo, gracias por darme a conocer esta tremenda noticia. Al enterarme sentí que se rompía algo por dentro, y así era pues se había roto su vida y con ella la posibilidad de comunicarme de vez en cuando con Juan.
Decano, mi profesor, amigo, una persona a la que debo mucho. Querido Juan, vuela alto, tan alto como puedas, y no nos pierdas de vista, que hoy nos quedamos un poquito más perdidos sin ti.
Un gran gran beso y abrazo de tu amiga "Mariajo">>.

Las personas que mueren nunca se van del todo mientras continúen en nuestro corazón y en nuestro recuerdo, y así es contigo, Juan, siempre estarás ahí, con nosotros.

©María José Gómez Fernández

domingo, 18 de octubre de 2020

El pueblo adentro


Fotografía ©María José Fernández Arias, todos los derechos reservados.

                  
– Ahora ya podemos contar. Desde aquí son cuatro curvas. ¡Venga!. ¡Una, dos, tres y cuatro!.

            Mamá nos animaba a contar cuando ya estábamos un poco cansados y patosos después de cuatro horas de viaje en automóvil. El vaivén hacia derecha e izquierda, con cada movimiento del coche, provocaba que los cuatro niños nos agolpáramos en el asiento trasero unos contra otros, y en efecto, al contar la cuarta curva se dejaba ver el castillo en toda su magnitud, majestuoso, en la cima de la montaña que alberga la Gruta. El castillo, que se dibuja sobre el cielo de la sierra, con su muralla y su torreón, con su campanario aporticado. Y el pueblo a los pies. Parece una estampa medieval, tomada de algún álbum antiguo.

        Esa primera impresión se ha quedado grabada para siempre en mi subconsciente y es la que acude a mi recuerdo automáticamente cada vez que pienso en Aracena.

Se me viene a la cabeza la última vez que sentí el pueblo tan cerca, gracias a tus palabras, a tu referente, porque te oía hablar y me hacías ver tu pueblo; tenías la capacidad de describir tan bien con la palabra como lo hacías con tus dibujos de carboncillo. Estoy a los pies de tu cama en el hospital, escuchando cómo resumes tu vida, y maldiciendo no tener más grabadora que lo que mi memoria pueda retener. Hablas de tu niñez por las calles de ese, tu pueblo, al que sabes que ya no vas a volver; de tu juventud y de las veces que has tenido que abandonarlo, para volver tantas y tantas veces, de niño, de joven y en la madurez; al que has vuelto para lo bueno y para lo malo, para celebrar y compartir momentos increíbles y para llorar y despedir a algunos seres queridos. Ahora, y hace once años, cuando te fuiste, ya el pueblo había cambiado mucho respecto al que viviste y conociste en otros tiempos, pero sigues llevando el pueblo bien adentro, el amor por sus calles empedradas, por sus rincones y alrededores, por su gastronomía y la naturaleza que lo rodea, el amor por su gente y su talante servicial, llano y sencillo, como el tuyo. Y cuando te vayas el pueblo quedará dentro de mí, porque mamá también me lo trae a la memoria muchas veces, y, porque desde los pies de tu cama, escuchándote -ignoro cuándo, pero intuyo cercana tu partida-, me lo inyectas gota a gota, como te inyectan a ti la medicación vía gotero.

Te escucho embelesada, no quiero que ni el vuelo de una mosca te interrumpa. Cuentas cómo te quedaste sin padre con cinco años, y lo difícil que se volvió la vida desde entonces, y que los nacionales os despojaron del ultramarinos, de los camiones y de la casa. Por un chivatazo de algún vecino, tu padre y tu tío fueron delatados como rojos indeseables (secretario de la Casa del Pueblo y concejal del Ayuntamiento, respectivamente); por salvar sus vidas, escaparon hacia Portugal pero fueron apresados en el Rosal de la Frontera, y de ahí devueltos a Aracena. Ingresaron en la cárcel y ya no vieron el alba. El carcelero, amigo, le permitió al abuelo escribir una carta para la abuela; una cuartilla a lápiz llena de cariñosas y sinceras palabras de inevitable despedida para la que aún era su amor y para los nueve hijos que dejaba -la única vez que he tenido esa carta en las manos confieso que he llorado de rabia-. El libro de entradas y salidas de la cárcel de Aracena solo recoge junto al nombre del abuelo la fecha de entrada, la de salida y la aclaración “salió”. La vida cambió para vosotros después. Hermanos repartidos entre familiares y benefactores. Hablas de cómo veíais los encierros de los toros desde tu casa, cercana a la pequeña plaza de toros, y que tu madre, la abuela Paula, no mostraba miedo alguno, al contrario que otras vecinas. Cuentas cómo, una noche de Reyes, cuando fuiste a comprar pan, te cogieron en brazos, te pintaron la cara de negro y te subieron a la carroza del Rey Baltasar, y cómo tu madre quedó estupefacta cuando la saludaste desde el cortejo al pasar por la puerta de vuestra casa -ya estaba preocupada por tu tardanza-. Tus salidas por los campos con los amigos, buscando pajarillos hasta el anochecer, regresando por las cuestas de Marimateos. La oportunidad que tuviste de acudir a estudiar a los Salesianos a Sevilla, interno, aprovechando que tu hermano Miguel se escapó porque no quería estudiar. Aunque echabas en falta el pueblo por las largas ausencias, obtuviste unas calificaciones brillantísimas. Pocos años después te fuiste de nuevo para hacer el servicio militar en el Valle de Arán, otra posibilidad de conocer un poco de mundo y otro regreso al pueblo que te corría por dentro. Conociste a la chica más guapa y elegante de Aracena, mamá, discreta modista que se enamoró igualmente de ti, pero el destino quiso que mantuvierais un largo noviazgo por carta, ya que pronto marchaste a trabajar a Barcelona. En uno de tus regresos mamá y tú os casasteis y, de nuevo, os fuisteis llevando el pueblo muy adentro. Cada dos años volvíais en vacaciones y abrazabais a los amigos, a los familiares, os llenabais los pulmones del aire de la sierra, recargando las baterías de identidad y raíces; aunque cambiara vuestro lugar de residencia, siempre volvíais al pueblo, y una vez afincados en Cádiz, donde yo nací, íbamos una vez al mes.

Desde los pies de la cama del hospital me impregnaste del pueblo, de la Loli, la vecina, de Manolao, el barrendero, de mis primos y mis tíos; me llenaste de la ribera, de castañas, de sierra, corcho, encinas, bellotas, cerros y noches plagadas de estrellas, de la Gruta, de “La Julianita”, del Castillo, de la Iglesia del Mayor Dolor, del Paseo de Aracena… Ahora, aunque ya no estás, yo te sigo llevando muy adentro, tanto como a tu querido pueblo.


©María José Gómez Fernández


Publicado originalmente en El Doblao del Arte.


Relato participante en Concurso de Historias Rurales de Zenda Libros, Concurso #historiasrurales.

lunes, 7 de septiembre de 2020

Hay que saber decir adiós. N.N. – Día 175, 5 de septiembre

Todo tiene un principio y un final. Nos mostramos más entusiastas ante los inicios de algo y sin embargo, cuando se termina, normalmente, nos cuesta asimilarlo, interiorizar que se ha acabado.
Nos ocurre con algunas estaciones del año, sobre todo el verano, ahí, al final del verano como que nos ponemos nostálgicos, y esto es sentir del común de los mortales. Nos sucede con el amor, que nos deja fuera de sitio, rotos, también aliviados en otros casos. Nos sucede con los hijos que se van de casa y pasamos por el síndrome del nido vacío. Ocurre con un trabajo, más aún si después de su final uno no tiene otra oferta. Podríamos ir recorriendo mil cosas cotidianas y veríamos que también es así: una casa que compras y luego vendes, un objeto de recuerdo que se rompe, un libro que prestaste y nunca te fue devuelto, un delicioso plato de comida.
A todo tenemos que saber decir adiós, aunque nos cueste más o menos, pero es preciso y sano saber cerrar esa puerta cuando se trata de cuestiones irreversibles, interiorizar que terminó, asumirlo y continuar con la vida, porque la vida sigue.
Ayer fue uno de esos días en los que decir adiós me produjo tristeza, gran tristeza y hasta dolor. Cuando tienes que decir adiós y no te habías preparado para ello porque es algo inesperado, es más costoso hacerlo.
Tuve que decir adiós a mi camada de gatitos y su mamá, que había estado vigilando para que pudieran crecer y poder ser autónomos. Se afincaron en la jardinera del edificio, ella herida en una pata y con sus crías de un mes, aproximadamente. Agua, comida, estar pendiente de que ninguna cría se escapara o cayera a la calle y corriera una suerte no deseada. Todo bien hasta ayer, cuando tristemente comprobé que ninguno de ellos aparecía por parte alguna después de casi 24 horas, y lo definitivo fue encontrar apilados sus recipientes de agua y comida en un rincón del poyete de la jardinera. Estaba claro. Alguien los había hecho desaparecer pero desconozco la suerte que habrán podido correr, aunque la puedo intuir. Nadie que se hubiera hecho cargo de ellos, todos juntos -cosa difícil- habría dejado allí, bien a la vista, los cacharritos de la comida y del agua; estaban puestos a conciencia como un mensaje, una señal. Hay que ser mala persona para hacer desaparecer a unos pobres animalitos sin darles más oportunidad. 
Pensar que ahora eran libres de cualquier peligro era lo único que podía consolar la tristeza que me invadió. Ahora, cada vez que entro o salgo del edificio, no puedo evitar mirar hacia el rincón de la jardinera donde han estado todos estos días.
Rumiaba esa tristeza y la suerte que habrían corrido cuando me dieron la noticia de la muerte de un vecino del edificio de al lado. Me quedé hundida. Sabía que estaba enfermo pero no tenía idea de que hubiera empeorado, es más, el mes pasado lo vi por la calle varias veces y nos saludamos. José Antonio, El Oreja -por su parecido con el Príncipe Carlos de Inglaterra-, un hombre bueno, divertido, de los que van de frente, que no es tan frecuente hoy, buen amigo, una buena persona, otra más que el cáncer nos arrebató. Intenté consolarme con la idea de que también él ahora era libre, libre de la enfermedad y del dolor, pero es difícil, y aunque se termine asumiendo, cuando se trata de una pérdida así, aunque hay que saber decir adiós, es difícil hacerlo. D.E.P. amigo, y vuela alto.

©María José Gómez Fernández

sábado, 29 de agosto de 2020

Y voló. N.N. – Día 168, 29 de agosto

 Y voló sin poder volar,
pero de él nunca voló.

Los hilos del aire
no pudieron detener
su caída.

Y cayó,
tantos metros,
que gastó su séptima vida,
la misma que compartió
contigo.

Te abrazo
y abrazo tu dolor.

Naturaleza inquieta,
innata curiosidad
por ver mejor desde la altura,
sin calcularla.
Un accidente
desde el filo del peligro.

Equilibrista del alfeizar
de su ventana
y de sus días.
Su espíritu aventurero,
libre, siempre libre,
la hizo volar, y voló
al cielo de los gatos buenos. 

Fotografía ©Marcos Vázquez Vidal. Todos los derechos reservados.

Adiós, gatita, adiós.
Cuida desde tu nueva casa
de ese corazón que dejas solo,
que también es mi corazón.
Cuidemos de él entre las dos,
para que no caiga,
para que no decaiga.
Sellemos un pacto
chocando mano y pata
chocando pata y mano.

Imagen gratis, libre de derechos, tomada de https://pxhere.com/es/photo/426987

En recuerdo de Mele, una gatita rescatada de la calle, posiblemente abandonada, buena y cariñosa, la gata que en su séptima vida encandiló el corazón de M.
Yo solo te vi en fotografía, pero M. me contaba muchas cosas de ti, y tambien me encandilaste.
D.E.P.

©María José Gómez Fernández


jueves, 6 de agosto de 2020

Rosas de libertad. N.N. – Día 144, 5 de agosto

Tres rosas del mar,
Trece rosas de Madrid,
y tantas rosas más,
anónimas,
de toda España,
capturadas, torturadas,
escupidas, insultadas,
rapadas, pateadas,
golpeadas,
vejadas,
violadas,
linchadas,
despojadas de la vida,
asesinadas,
recordadas siempre
para que la historia
mire en su espejo
y no renazcan monstruos
que repitan la barbarie
de segar vidas de cuajo
por oler a libertad,
de cortar rosas por su tallo,
rosas de libertad.

©María José Gómez Fernández

In memoriam:
Julia Lafora; Josefa Rodríguez, con 25 años; Dolores Zapata, con 22 años.
Blanca Brisac Vázquez, con 29 años, la mayor de ellas; Pilar Bueno Ibáñez, con 27 años; Martina Barroso García, con 24; Joaquina López Laffite, con 23 años; Ana López Gallego, con 21 años; Carmen Barrero Aguado, Elena Gil Olaya y Dionisia Manzanero Salas, con apenas 20 años; Julia Conesa Conesa y Adelina García Casillas, ambas con 19; Virtudes González García, Victoria Muñoz García y Luisa Rodríguez de la Fuente, todas con 18 años.

Fuente: Tercera Información.
Las Tres Rosas del salitre.
Se cumplen 79 años del fusilamiento de las 13 Rosas.

miércoles, 29 de julio de 2020

Sin remedio, mi despedida. N.N. – Día 137, 29 de julio

La vida casi intacta,
por un despiste,
en un segundo
quedó detenida.

Lo supe por su boca
y por los ojos tristes
de esa madre entera,
aún absorta
en la vorágine desatada
tras la marcha inesperada.

Dejas tres almas rotas
y por ellas velarás.
Dejas un futuro sin escribir,
estudios por terminar,
amigos que te recordarán.

Minutos antes hablasteis,
quién sabe si fue el azar
brindando la despedida.
Poco después otra llamada
confirmaba para siempre
tu partida, inevitablemente,
nada se pudo hacer
para salvar tu vida.

Guapo, inteligente, inquieto,
eterno joven veinteañero,
hace catorce días ya.
Tuve la oportunidad
de conocerte y hablar
unos minutos contigo,
hace casi un año.

Me ha dolido
conocer tu destino.
Me ha dolido
que la vida sea tan dura,
que la muerte sea tan cruel.
Decir lo siento es poco,
me ha afectado,
me ha dolido,
me ha impactado.

Descansa para siempre en paz,
y desde todas partes donde estés
cuida de tus tres almas rotas.

©María José Gómez Fernández

Para Fernando R-M R, y su familia, con todo mi respeto, cariño y dolor: Lola, Daniel y Juan.

Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

jueves, 11 de junio de 2020

Carta a Mi Querido Pirata. Fase 3 – Día 88, referido al 10 de junio

Mi querido Pirata:

Estamos bien, a pesar de lo que ha caído y los que han caído en estos últimos meses a causa de este virus nuevo que se ha adueñado de la humanidad y la ha manejado a su antojo: el COVID-19, también llamado Coronavirus. Mamá está bien, un poco temerosa por salir a la calle pero también con ganas de hacerlo, a sus cuatro gestiones, que tampoco quiere más, pero siente un poco como de miedo y mucho respeto porque el puñetero virus sigue ahí. Tiene momentos en los que se viene un poco abajo de ánimos pero procuramos levantárselos entre unos y otros. Los demás estamos bien. Creo que hemos aguantado este tirón con bastante entereza a pesar de que para algunos han sobrevenido dificultades diarias por la naturaleza de su trabajo en la calle o en medio hospitalario, pero estamos bien, y también a pesar de los vuelcos que nos ha dado la vida a más de uno.
No sé cómo habrías afrontado tú el confinamiento, te habrías puesto a hacer deporte en casa porque no habrías podido salir a caminar a las salinas ni a la playa y, con seguridad, te habrías puesto de mal humor, pero eso son suposiciones, porque también habrías hecho gala de ese sentido común tan característico tuyo y puede que hubieras resuelto bien la situación. Ya hace bastantes días que estarías saliendo a caminar y a alguna gestión porque cada vez hay más normalidad instaurada, en ocasiones yo diría que más de la que debería, porque mucha gente parece haber olvidado dónde hemos pasado los últimos meses, más concretamente desde el 14 de marzo pasado.
Mi querido Pirata, mi querido padre, papá. Te recuerdo todos los días, pero hoy, hoy 10 de junio, te recuerdo de una forma especial, y puede que hasta más dolorosa. Hace 11 años que te fuiste para siempre en un día como hoy, además coincide que cuadra exactamente igual que en el calendario de 2009, un miércoles, y justo al día siguiente, como en aquel año, era festivo por celebrarse el Corpus Christi. Este año 2020, se repite el mismo esquema de semana que en 2009 y vuelve a coincidir exacto tal y como fue. Tu vida se apagó inevitable e inesperadamente un día como hoy en torno a las 13:15 horas. Esa mañana yo había hablado contigo por teléfono antes de tu visita al médico para la revisión que tenías. Te había visto justo el fin de semana anterior, y te noté todos esos días un poco entre apagado y enfadado, no conmigo, sino tal vez con el tiempo, que ya notabas que se iba entre los dedos, quién sabe, solo tú. Me chocó un poco, y me preocupó bastante, que durante el domingo anterior cuando nos vimos insistieras en darme instrucciones precisas, disponiendo cosas, gestiones, diciéndome que me llevara tales libros para mi hijo mayor, que tu chaqueta de punto era para mí porque me quedaba muy bien -recuerdo que me la prestabas cuando hacía fresco y yo no me había llevado nada que ponerme por encima-. Me chocó que insistieras en disponer tanto, que me dieras indicaciones de dónde estaban papeles, recibos, o qué hacer con unas cuestiones bancarias. Te repetía, anda papá, no me digas todo eso que no hace falta, con que lo sepas tú. Y te ponías muy serio, un poco alterado, me decías que callara y te escuchara porque era importante y te costaba trabajo hablar. Es verdad, la miastenia te estaba afectando en esos días mucho y tenías dificultad para hablar, para tragar y tenías problemas con la visión, lo que se veía claramente en el único ojo que mostrabas porque el otro, que estaba peor lo mantenías tapado con un parche, y por eso, como tú bien sabes, yo te decía cariñosamente "¡ey, mi pirata!".
Unos días después, el miércoles 10 de junio, en torno a las 14:00 horas, me sorprendió mucho recibir una llamada de mi hermano Juan Carlos. Me resistía a descolgar, sabía que esa llamada no iba a transmitirme ninguna buena, lo intuía así y no me equivoqué. Le costó trabajo comenzar a intentar decir lo que había ocurrido, ya inevitable, y yo lo ayudé a terminar; estaba destrozado mientras me hablaba, destrozado y nervioso y muy afectado, porque tuvo que estar ahí mientras sucedía todo el proceso de tu partida. Menos mal que no estuvo solo, porque también estuvo mi hermana, y claro está mamá, que también estuvo imaginando todo ese tiempo lo que sucedía al otro lado de la puerta mientras él procuraba calmarla.
Mi querido pirata, mi querido papá. Ese día a las 17:00 horas yo ya estaba en el tanatorio donde te acompañaríamos hasta el día siguiente en tu último viaje hasta el mancomunado de Chiclana para tu incineración. Cuánto dolor todo el tiempo. Se hizo todo más largo porque tuvimos que volver de nuevo ese viernes para recoger tus cenizas y depositarlas en el cenicero del cementerio; un paseo callado que hicimos todos juntos portando tu urna por turnos, siempre con mamá. Allí sigue lo que materialmente quedó de ti, en medio de unos preciosos jardines, con árboles y pájaros y un pequeño lago artificial.
Nosotros aquí seguimos, once años más viejos, once años sin olvidarte y, en mi caso, hablándote desde mis adentros. Continuamos levantando nuestro día a día, equivocándonos y acertando, cayendo y superándonos. Y como estás en cualquier parte, desde donde quiera que estés, espero que te sientas orgulloso. Te seguiría diciendo, pero el resto me lo guardo para mí, y como suelo hacer, te lo diré en privado.
Aquí seguimos, mi querido Pirata, aquí estamos.

©María José Gómez Fernández

Publicado originalmente en El Doblao del Arte.

martes, 26 de noviembre de 2019

El Bicho

Mi vida no ha sido un camino de rosas, ni tampoco empedrado, angosto y difícil. Desde pequeño me querían meter en el rebaño, pero poco a poco me convertí en la oveja negra, un chico rebelde. Equivocado, vivía al día sin importarme a quién salpicaban mis actos, sin darme cuenta que al que más salpicaban era a mí.
Aunque parezca contradictorio, era muy buen estudiante y bastante inteligente, pero lo desaproveché: cambié el sacrificio y el esfuerzo por la diversión y el "golferío"; no supe, o no quise compaginarlo todo y me desvié del camino correcto, no sé si por faltar mi madre desde muy pequeño, o por la actitud dictatorial de mi padre.
Aparqué los estudios; pasaba el día en la calle haciendo gamberradas, metido en peleas, llegaba magullado y sangrando a casa y se endurecía la cosa con castigos de mi padre al que robaba cigarrillos.
Mi primera experiencia con las drogas, el cannabis, fue a los 13-14 años: primero porros, luego pastillas; con 19 años acabé siendo un politoxicómano. En la época fuerte de la heroína me enganché al caballo hasta la médula destrozando mi vida y la de la gente que me quería. Me convertí en un ADVP intravenoso (Adicto a las Drogas Vía Parenteral).
Con 23 años, en 1989, tras innumerables intentos y recaídas, dejé la droga. Pero todos estos errores dejaron secuelas de por vida en mi organismo, el virus C. Este bicho empezó a actuar en mi hígado. Aunque ya no consumía cogía mis borracheritas los fines de semana... y el "bicho" seguía mordiéndome. Hace unos 12 años, sintiéndome muy jodido, me ingresaron en el hospital: cirrosis hepática. Dejé el alcohol, reduje mi consumo de grasas y me cuidé al máximo. Cambió mi forma de ver la vida y prioricé mi salud.
Tras años de ingresos, épocas malas y buenas, el año pasado me diagnosticaron cáncer de hígado, tres tumores. El mundo se me vino encima, comprobé que los errores de esta vida se pagan. He pasado un año de sufrimiento indescriptible, he llegado a verle las orejas al lobo, hasta la guadaña brillando frente a mis ojos.
Gracias a un DONANTE, que dejó su vida y me dio a mi una nueva, estoy aquí otra vez, con más fuerza que nunca, porque la vida es lo mas intenso que se puede sentir, con sus alegrías y sus tristezas, pero merece la pena.


Para #relatosEnfermedad de @divagacionistas noviembre 2019. ©María José Gómez Fernández.

Este es mi pequeño homenaje a un amigo que se fue demasiado pronto (2011). Con todo mi cariño hoy cumplo con la palabra que un día le di.
Para que otras personas no cayeran en los mismos errores que él, me dio permiso para usar sus palabras, aunque las he modificado un poquito. Murió seis meses después de escribir en una de sus redes sociales algo parecido a lo que habéis leído, y también a esto:
"Después de 16 días de la operación, me encuentro como cuando tenia 20 años; hacía muchísimo tiempo que no podía bailar, apenas moverme, y ahora soy un enérgico culo inquieto, tengo ganas de comerme el mundo y disfrutar de todo lo que me ha faltado durante muchos años, tengo muchas ideas, fuerza para no parar, ganas de amar, besar, disfrutar de vuestra compañía, pescar, tatuar, dibujar, cocinar, mis conciertos, teatro, espectáculos, aprender de la vida, que aún tiene mucho que ofrecer; estoy feliz, emocionado, mineralizado y vitaminizado, no se puede decir de otra forma.

HE VUELTO A NACER. SALUD A TODOS PARA TODA LA VIDA. OS QUIERO."

martes, 15 de mayo de 2018

Miastenia Scikus


Tus guiños sin complicidad
involuntariamente envían señal
del mal, relajado avance.

CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=282900

Párpados que caen sin sueño,
los músculos que podías controlar
no siguen las órdenes que reciben.


©María José Gómez Fernández

Con estos scikus, dedicados a mi padre, participo en la convocatoria de @hypatiacafe de mayo 2018 #PVenfermedad #polivulgadores
También publicado en El Doblao del Arte.

lunes, 12 de marzo de 2018

"PESCAÍTO" que nos llegaste al alma


Oír la desgarradora noticia y desatarse entre multitud de personas una CATARATA de emociones contenidas, llanto irrefrenable, rabia, dolor, preguntas cuyas respuestas nunca podrán ser comprendidas, soledad, ausencia, sed de justicia.

AMANECER otro once de marzo para rememorar a las víctimas de Madrid Atocha en 2004, y al poco, añadir más dolor para llorar, más violencia contra la que protestar, otro inocente que recordar.

Es densa la VEGETACIÓN de crueldad, odio y violencia que rodea y cerca nuestras vidas; tan densa y alta que nos da sombra.

Largo tu vuelo sin RETORNO, como el curso del RÍO donde ahora nadas.

©PublicDomainPictures, libre de derechos.

©María José Gómez Fernández, en memoria del niño Gabriel Cruz, uniéndome al dolor de sus padres.

Publicado para CINCO PALABRAS, RELATO DE MARZO (II) 2018. EL ACTOR Y HUMORISTA @LEOHARLEM @GRACIAOLAYO

Publicado también en El Doblao del Arte.

viernes, 9 de febrero de 2018

Versos para un querido Ángel Negro


En el jardín y en el recuerdo,
en nuestros corazones,
en el enorme hueco
que has dejado,
ahora veo un ángel negro.

Peludo, inquieto,
de mirada inteligente,
nos cuidas desde una nube,
Imagen ©Kaz, libre de derechos
o desde el destello
de una estrella, por siempre.

Tan lejos, tan cerca,
presente, presentes,
tus ladridos, tus huellas,
tus lametones, tus juegos,
tu añorada ausencia.

Es imposible olvidarte...
...mi amigo, mi pequeño,
mi querido ángel negro...

Y mientras, corres flotando
en un gran parque de perros
que han abierto en el cielo...


Para Mar Olayo, en homenaje a su querido Donal Quinto, con el ánimo de aliviar el dolor que le ha dejado su pérdida.
Este muñeco me arrebató el corazón. Entiendo tanto tu dolor... como ya te he dicho... te vuelvo a decir... y a todo ello hoy añado estos versos, para tu consuelo, como un homenaje a ese tierno peludo. Con afecto. Un fuerte abrazo.

©María José Gómez Fernández
Publicado en Cinco Palabras. ¡Qué bonito eras Donal!

miércoles, 10 de enero de 2018

CARTA ABIERTA A UN MISERABLE, EN RECUERDO A DIANA QUER

Chicle:

Con todo mi desprecio y sin incertidumbre, al margen de la justicia que te apliquen, te condeno al ostracismo eterno, por tu crueldad y tus brutales actos, por ser un asesino de mujeres y, sin escrúpulos, deshacerte de ellas como despojos.

A ti, que no tienes consideración ni dignidad, que callas tus delitos, te condeno al más lúgubre calabozo, deseando que tu existencia sea larga, insoportable y llena de silencios, tan solo rotos por los ecos de los gemidos de las víctimas que causaste.

Como no mereces la vida, te condeno a no tener derecho a un mañana.

Imagen: tertia van rensburg, vía Unsplash: https://unsplash.com/tersh4u

©María José Gómez Fernández

Microrrelato publicado en Cinco Palabras, 2ª semana de enero, 2018.

Leído en Onda Cero Sierra y publicado en el canal de Cinco Palabras en YouTube.


Quiero compartir este vídeo y este momento con todos los seguidores del blog.

Esta mañana (11/01/2018) un mensaje y un tuit de @MarMarOlayo me iluminaron la cara con ilusión y emoción porque mi microrrelato les había gustado y iba a ser leído en un programa de Onda Cero Sierra; pero al mismo tiempo me recorrió un viento frío por dentro pensando en el tristísimo desenlace de Diana Quer a manos de un miserable, ya que ese relato que es un recuerdo para ella y un homenaje.
En cuanto a la Asociación Cinco Palabras y al programa de @moniccaRM -Mónica Rodríguez-, un equipo estupendo, un ambiente envidiable, una iniciativa generosa, humana y rebosante de diferentes formas de arte. Muchísimas gracias también por aquí a todos, Cinco Palabras y a ti @MarMarolayo en especial, a @OndaCeroSierra y a todas las personas de bien para que juntos luchemos por la #intolerancia y #justicia de #delitosbrutales y más aún contra #Mujeres . Saludos y, de nuevo, enhorabuena por la iniciativa 👍

domingo, 10 de diciembre de 2017

Nueva presentación del libro "Homenaje a Gloria Fuertes: en el centenario de su nacimiento"


Esta obra surge con motivo del homenaje al centenario del nacimiento de Gloria Fuertes #GloriaFuertes100 , por iniciativa de Carmen Marín y José Joaquín Guerra Serrano a través de un grupo de facebook. Durante unos meses más de 50 poetas de toda España escribieron en sus blogs y/o en el grupo poemas homenaje. Merece la pena. La obra se presentó por primera vez en Aracena (Huelva), entre el 24-26 de marzo de 2017.

A ver si algún amigo/a de #LaIsla puede ir... Los poemas están muy bien, y también hay uno mío. ¡¡Gracias, a todos, y sobre todo a Carmen Marín y José Joaquín Guerra Serrano!!



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