Mostrando entradas con la etiqueta marginal. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta marginal. Mostrar todas las entradas

lunes, 19 de marzo de 2018

Esperpento nocturno


Los hombres iban calle abajo dando un traspiés tras otro y tambaleando sus figuras hacia todos lados. Intercambiaban el cigarrillo y la botella, y también palabras, en un intento de conversación.
Dos pasos por delante, la chica les hacía risas inconexas, como interviniendo en la cháchara, y aprovechaba para entremeter un pique entre ellos, metiendo baza por el placer de verlos encararse por nada; y otra risotada con aspavientos, arqueando el cuerpo de tal modo que parecía que en cualquier momento iba a caer de bruces, o de espaldas. La oscuridad no dejaba apreciar su rostro poco agraciado, aunque sí sus piernas arqueadas, que le otorgaban una comicidad lastimera porque parecía que iban a fallarle en su trabajoso caminar, interrumpido por pausas para recomponerse en su empeño por no hacer evidente lo perjudicada que ya iba a causa de la bebida, y así, sostenía la botella y la empuñaba, y con fuerza la empinaba, trago a trago, entre risas escandalosas.
De soslayo miraba a sus escoltas, como insinuándose, y con dificultad, aún miraba más atrás de ellos, para constatar que un tercer hombre los seguía; el mismo que pretendía no ser descubierto, los espiaba con cara de rabia, que suavizaba a lingotazos rápidos para luego continuar caminando, tropezando con sus propios pies o con cualquier desnivel del asfalto; y la botella en la mano.

El esperpéntico cortejo se detuvo y la chica, que disfrutaba el momento, fue alcanzada por las temblorosas manos de sus escoltas. Su particular espía -novio- continuó hasta alcanzarlos. La chica, muy segura, lo retó a unirse al grupo y él no se lo pensó.

Teresa ya empezaba a sentir náuseas por el espectáculo soez y grotesco, rayano en show repugnante. ¡A buena hora se le ocurrió descansar del estudio y asomarse a la ventana!. El caso es que, a pesar del asco que le producía la escena, como atraída por el abismo, no podía dejar de observar, de analizar: El Pesca, El Nanas, La Chata y El Desden (por desdentado), conocidos donnadies de la zona y alguno expresidiario, estaban ofreciendo toda una sesión de porno callejero barriobajero.
Teresa no pudo soportar más la vomitera que le producía la orgía, se apartó de la ventana y llamó a la policía, con la esperanza de que pusiera fin al asqueroso espectáculo. Se preguntaba si para la miserable vida de estos despojos de persona tendría cabida un posible horizonte.

©Unsplash, libre de derechos
©María José Gómez Fernández.
Publicado para #relatosHorizonte de @divagacionistas (marzo 2018).

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...